Palabras pronunciadas por Ignacio Martínez en el marco de la presentación del libro «Setenta años construyendo futuro»

Intendencia Municipal de Montevideo
Miércoles 18 de marzo de 2015

Queridas compañeras y compañeros que están iniciando esta primera parte del Congreso de FUM-TEP, felicitaciones por este gran evento.

Tal vez por un obstinado hábito personal, he escrito lo que quiero decir. Eso es un poco para no olvidarme y otro poco para que quede registrado y tal vez podamos hacer algo con estas palabras.
En esta oportunidad la Federación ha incorporado en el acto inaugural la presentación del un libro y se me ha honrado con la posibilidad de decir algunas palabras sobre este trabajo.
No voy a hablar del libro que ahí está para que él hable por sí solo y ustedes, luego, tengan la libertad de opinar sobre él. Sí debo decirles que las virtudes que le encuentren son mérito de la Federación y que, en todo caso, asumo las chambonadas que se puedan haber cometido.
A su vez quiero decirles que tengo un inmenso agradecimiento hacia todos ustedes por haber confiado en mí para escribir, armar y construir, pieza a pieza, como un apasionante puzzle, este trabajo que hemos titulado “Setenta años construyendo futuro”.
Creo que es un libro formativo e informativo, que invita en todo momento a pensar, a sacar conclusiones, a complementarlo.
Para mí mismo fue una sorpresa descubrir en las diferentes lecturas de las diversas fuentes, algunos asuntos que me atañen personalmente.
Por ejemplo, verán en la página 46 que en 1917 se editó una revista llamada La Educación y que contó, entre sus colaboradores, con un tío abuelo mío del lado materno, el doctor Horacio Maldonado. O que en 1945, para mi orgullo, una de las firmantes del acta constitutiva de de esta grandiosa Federación, a nombre de la Sección Canelones de la entonces Confederación de Maestros de Uruguay, fue mi abuela paterna, la maestra y directora Margarita Martínez. La comunidad de San Bautista la reconoció y agasajó luego, colocando su nombre a la calle frente a la escuela y liceo de aquella ciudad canaria.
En, fin, como ven, muchas cosas me unen al magisterio, a quien agradezco por ser parte de mi vida, hoy dedicada a los libros y al teatro, que si han tenido éxitos, entre otras cosa ha sido por ustedes, gracias a quienes recorro escuelas por todo el país desde hace ya 30 años, brindando mi vida a los niños que me parece una de las mejores formas de ofrecer la vida, como seguramente lo hace la mayoría de los maestros y maestras de nuestro país desde el inmenso y profundo territorio de la vocación.
Ya pasando al libro, quiero decirles que escribir la historia de la Federación Uruguaya de Magisterio, es escribir gran parte de la vida del país.
La misma FUM-TEP es el resultado de décadas de búsquedas realizadas por mujeres y hombres que trascendieron lo exclusivamente gremial o reivindicativo, para estar siempre atentos al acontecer del país y a la educación del pueblo.
Este libro contó con la participación de compañeros y compañeras de la Federación y del PIT-CNT, nuestra única central de trabajadores, que se han puesto al hombro la tarea de realizarlo, aportando de diversas maneras y con diferentes ópticas.
Seguramente faltarán en él muchos acontecimientos y tal vez cada uno de ustedes tenga un sinfín de anécdotas que podrían enriquecer estas páginas. Es más, la historia particular de cada uno de los protagonistas es también parte de la historia viva de la Federación.
Nosotros intentamos hacer una selección de los momentos que consideramos más relevantes y tratamos de producir la mejor síntesis de una de las historias gremiales más ricas de nuestra clase trabajadora. ¡70 años en 256 páginas y un pliego de fotos de 16 páginas más, vaya que requirieron un esfuerzo de síntesis!
Expresamente quiero agradecer a Héctor Florit, Miguel Soler, Fernando Pereira, Víctor Brindisi, Eriberto Gesto, Gladys Chichita Méndez de Rojas, Danae Sarthou, Elbia Pereira, Mara Velázquez, Mónica Gamarra y Alejandra Pereira por abrirme la puerta de sus casa para entrevistarlos o acercándose hasta la mía o por dispensarme sus tiempos para responder preguntas o por poner sus esfuerzos al servicio de este trabajo, leyendo, corrigiendo, aportando.
También quiero agradecer a Martha Demarchi, Luis Garibaldi, Nora Castro, Oscar Gómez y Alicia Pintos a quienes consulté a través de diversos escritos publicados en distintos medios impresos o electrónicos.
Iguales aportes recibí de maestras y maestros que ya no están entre nosotros, pero que nos dejaron sus ideas que tuve el gusto y el honor de incorporar a modo de consulta. Me refiero a Didaskó Pérez, Luis Alberto Gómez, Jesualdo Sosa, Agustín Ferreiro, Reina Reyes y Julio Castro, entre otros, acudiendo así a diversas fuentes para distintos temas que me han enriquecido y jerarquizan estos textos.
Para los que ya no están entre nosotros, vayan estas líneas como un modesto, pero sentido homenaje.
Quiero manifestar, a su vez, un reconocimiento muy especial a un aporte que se volvió imprescindible para que se hicieran posibles estas páginas. Me refiero al hecho de haber obtenido el meticuloso, responsable y documentado trabajo de investigación que hiciera en su momento el entrañable compañero y amigo Yamandú González para CIEDUR (Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo – Uruguay) y FESUR (Fundación Friedrich Ebert en Uruguay) hace más de 20 años. Sin ese estudio este libro no hubiera tenido lugar tal cual lo podemos presentar ahora, ni en los plazos y la rapidez que pudimos terminarlo, en apenas cuatro meses.
Su rigurosidad, basada en una extensa bibliografía, abarca desde los albores del país hasta el cumplimiento de los primeros 50 años de la FUM-TEP y de él tomamos tramos esenciales de la historia. Hago extensivo este reconocimiento al maestro Eriberto Gesto que guardó celosamente aquellos originales que se consideraban extraviados y confió en mí, dándome una copia en papel que inmediatamente respaldamos en formato electrónico y hoy ya está en poder de FUM-TEP.
Este libro seguramente no satisfará plenamente a ninguno de ustedes, pero todos, sin excepción estoy convencido que se verá representado.
Cada uno de ustedes podrá escribir nuevas secciones y sumarle infinidad de anécdotas.
Es más, tal vez se podrían hacer tantos libros como afiliados tiene FUM-TEP. Lo importante ha sido trabajar la historia desde abajo, volviendo a los protagonistas verdaderos, ustedes y sus antecesores, a los principales voceros de estos setenta años de historia.
Este es un libro en movimiento. No se encontrarán ideas acabadas ni verdades absolutas ni siquiera acerca del pasado. Pensamos que la historia también está en permanente movimiento, interpretada desde un presente fugaz, pero que siempre nos determina, y empujándonos al desafío de construir el futuro que hemos soñado. Por eso pensamos que este es un libro abierto que invita al lector a integrarse a él como un protagonista de lo sucedido durante 70 años o más y, sobre todo, como un constructor del esfuerzo colectivo y el compromiso que tenemos con el futuro inmediato.
Muchas de estas palabras que estoy diciendo las hallarán en el mismo libro y espero que nos encontremos en la laboriosa tarea de tejer nuevas y mejores ideas para enriquecer nuevas y mejores prácticas transformadoras.
Nadie puede enseñar lo que uno mismo no es y sin ningún atisbo de petulancia, sinceramente aspiramos a que este libro también se sume a las contribuciones que nos hagan mejores, a comprender también mejor nuestras procedencias, brindándole a esa historia en permanente movimiento el lugar que debe tener: ayudarnos a entender nuestras raíces.
Allí están, desde infinitos lugares, la niña y el niño para ser más crítico y autocrítico, más solidario y cooperativo, más analítico y creativo, más sensible y sensibilizador, más amante de la paz y de la vida plena, menos adicto al consumismo y a la estupidez, más cerca de ser capaz de querer y que lo quieran. Allí están, pero no esperan y si no vamos nosotros a realizar nuestros trabajos esperanzadores, podrán quedar mucho más expuestos a ser conquistados por las peores partes que tiene hoy la humanidad.
Esa no es una tarea del futuro, es una tarea aquí y ahora.
¡Cuidado con los futuros que nunca llegan!
¿Es este presente, hoy, acaso, el futuro que soñamos ayer?
¡Cuidado con el pasado que nos oculta nuestras raíces!
¡Cuidado también con las promesas del mañana que buscan atarnos ahora!
Hago mías las palabras de José Ingenieros, ese revolucionario ítalo-argentino que promovió la reforma universitaria en 1918, que tanto alentó a la juventud de nuestro continente. Él dijo: “Mañana es la mentira piadosa con que se engañan las voluntades moribundas”.
Este vigoroso magisterio tiene una vigorosa voluntad y está construyendo futuros aquí y ahora, y honra con su fuerza y su inteligencia lo mejor que tiene nuestra sociedad, que son las nuevas generaciones.
Una vez, en la escuela 116 de Santiago Vázquez, la directora de entonces me invitó a cerrar el año escolar en un hermoso día caluroso de diciembre. Ella me pidió expresamente que me dirigiera a los niños de sexto y les hablara del futuro, de la importancia de que estudiaran y se prepararan para el futuro y bla, bla, bla, bla.
Lo hice. Cumplí. Hablé del futuro, pero seguramente mis palabras entraron por una oreja y salieron por la otra.
Una niña de 4to año, seguramente de unos 9 años, cuyo nombre no registré para colocarla entre las mejores filósofas de nuestro tiempo, se acercó a mí y con los brazos como asas de jarra me preguntó.
–Ignacio, si nosotros somos el futuro ¿qué vas a hacer mientras tanto?
Hoy, en esta hermosa sala, entre otras cosas, mientras tanto y como la mejor contribución, presentamos un libro.

Amiga, maestra, albañil de sueños.
Amiga, maestra, hábil labradora.
Amiga, maestra, siempre fuiste nuestra.
Escuela, mi escuela, barquito de vela.
Escuela, mi escuela: mundo de canela.
Qué bueno sería si acaso algún día
mi escuela tuviera siempre primavera.
No soy el futuro, soy fruto maduro
como las ciruelas que hay en las escuelas.
En donde yo estoy, el futuro es hoy.
La vida es ahora, se hace a cada hora.
Mi escuela precisa una nueva tiza
que tenga colores como los amores.
Amiga, maestra, blanca mariposa,
volemos, te sigo, volaré contigo.
Amigo, maestro, vos sos de los nuestros,
maestro y amigo, vuela que te sigo
y no te detengas aunque esté muy renga
esta escuela mía, parte de mi vida,
que como a una flor la haremos mejor
porque es flor de escuela la que sueño yo.

¡Larga vida para la FUM-TEP! ¡Que tengan el mayor éxito en el Congreso!
Maestras, maestros, el Uruguay que soñamos los necesita tanto…
Muchas gracias.